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la reina de la música ranchera  
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PRESABOR DEL LIBRO DE LUCHA REYES

(C)2011. All rights reserved. Todos los Derechos Reservados. Queda estrictamente prohibida la publicación parcial o total, tanto escrita como gráfica de esta obra, así como la distribución de la misma y de cualquier producto derivado, sin la autorización previa del autor, salvo para menciones en noticias o una reseña breve, con la debida atrubición.

 

RESEÑA DEL LIBRO

En esa fresca mañana del 15 de noviembre del 2009, estaba en compañía de mi familia, amigos, conocidos, admiradores y demás personas que me acompañaban a rendir tributo a esta gran mujer, quien había traído a la aceptación general la música ranchera en México.

Esa era la mañana que se había designado para conmemorar la develación oficial —apropiadamente, en la Plaza de los Mariachis en el Este de Los Ángeles— de la estatua de bronce que se había comisionado para inmortalizar a una de las grandes figuras de la historia de México y —más precisamente— de la historia de la música mexicana.

Lucha Reyes había logrado lo imposible: Había entretejido dos segmentos de la población mexicana que, hasta ese entonces, habían estado diametralmente divididos.

La unificadora Lucha Reyes, por cuestiones del destino, fue protagonista de una vida que, con sus emocionales y temperamentales altibajos, se ha hecho acreedora de homenajes poco publicitados.

En ese mismo momento surgieron sentimientos encontrados. Una gran lluvia de recuerdos, experiencias y vivencias que había tenido a lo largo de toda una carrera, dentro y fuera del entorno artístico, invadieron mi ser.

Esta era la culminación de una promesa, y se siente tan agradable finalizar algo que se ha prometido, especialmente algo que se ha prometido a uno mismo.

Sonreía de satisfacción por dentro, y mi felicidad se dibujaba por fuera.

En unos momentos me llamaría el Maestro de Ceremonias para pronunciar unas palabras acerca de este gran personaje, Lucha Reyes.

Al considerar lo que diría, de todo lo que sé de Lucha, fui remontado al primer encuentro que tuve con ella, en un escenario en el estado de Coahuila…

Recién terminaba de cantar esa mujer fenomenal quien, con su imponente voz y sus ademanes bravíos, se adueñaba de ese escenario; su potente y rasposa voz todavía hacía eco en mis jóvenes oídos.

A mis nueve años, apenas podía comenzar a entender la magnitud de lo que estaba viviendo. Me impresionó mucho la presencia de aquel personaje.

Aprendí que su nombre era Lucha Reyes.

El maravilloso eco de su voz fue apabullado por el ensordecedor grito de la gente: «¡Viva México, Lucha! ¡Viva México!» Y, de niño, me asombraba porque había otros cantantes en el escenario, pero nadie provocaba esas reacciones en la gente.

Entonces, cuando ya era más grande, empecé a investigar quién era Lucha Reyes, y por qué tanto alboroto de la gente, por qué se enloquecía.

Y me di cuenta que era el personaje más grande de la canción ranchera, que era toda una cantante. Que era joven, y había empezado su carrera cantando ópera. Y, por cuestiones del destino, se fue con una compañía a Europa, y en Alemania fue donde grabó su primer disco, pero como cantante soprano.

No obstante la habilidad, melodía y tesitura de Lucha, la compañía empezó a fracasar allá. Se venía el tiempo frío en Europa; Lucha se dañó mucho la garganta y se regresaron a México.

Ya en México estuvo bajo tratamientos cerca de un año, y ella quería volver a cantar. Y cuando intenta volver a cantar, se da cuenta de que su voz está muy ronca para seguir siendo soprano, pues esta es una voz completamente fina y delgada.

Entonces empieza a querer sacar las canciones rancheras y llevarlas al teatro, y su misma mamá le decía:

— Estás loca. No te van a permitir ese tipo de canciones en el teatro.

Aún siendo México, en ese entonces no permitían ese tipo de canciones en un teatro, pues había una división entre la música de teatro y la música popular.

Era una realidad de esa época que la música ranchera simplemente no entraba a los teatros —los pocos que había— ni la tocaban en las estaciones de radio, porque pensaban que no había gente que fuera al teatro, a pagar para escuchar esas canciones.

Pero Lucha Reyes le dijo a Miguel Lerdo de Tejada que quería cantar las canciones campiranas, pues se sentía muy ronca para seguir cantando soprano. Y él dijo: «Nosotros te acompañamos.», pues ya la conocía y sabía que podía cantar.

Y así fue como se comenzó a presentar en los teatros en México, cantando la música campirana, pero con orquesta.

Cuando empezó el público a aceptarla más y más, llenaba teatros y la gente hacía cola para verla, fue cuando tomó la decisión de meter al mariachi a que la acompañara, pues ella era de Jalisco.

Y así es como ella logra esta incursión, pidiéndole al mariachi de Pepe Marmolejo que la acompañara. De esta manera es como empieza a aceptar el público a la música ranchera y a los mariachis.

Lucha Reyes logra, así, el respeto a nuestra canción mexicana, y el respeto a los mariachis. Por eso es que todo cantante de música ranchera y todo integrante de un mariachi debe conocer la historia de esta gran Mujer.

 

Gracias por disfrutar esta breve reseña. Para continuar leyendo esta fascinante historia, obtén tu propio ejemplar aquí.

Muchas gracias.

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Conoce al autor del libro, Nazib Fauntel.

 
 

 

SE ANUNCIARÁ
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PRESENTACIÓN
Pulse aquí para una reseña del Convivio y Presentación Oficial en el Consulado de México en Los Ángeles el jueves 26 de abril del 2012.

 PRÓXIMAMENTE
Está pendiente de los próximos eventos relacionados a Lucha Reyes, como la dedicación de la Avenida Lucha Reyes en el Este de Los Ángeles. Escribe a [email protected].